11 Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra
ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con
tus mujeres a la luz de este sol.
12 Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante
todo Israel y a la luz del sol.»
13 David dijo a Natán: «He pecado contra Yahveh.» Respondió Natán
a David: «También Yahveh perdona tu pecado; no morirás.
14 Pero por haber ultrajado a Yahveh con ese hecho, el hijo que te ha
nacido morirá sin remedio.»
15 Y Natán se fue a su casa. Hirió Yahveh al niño que había
engendrado a David la mujer de Urías y enfermó gravemente.
16 David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y
entrando en casa pasaba la noche acostado en tierra.
17 Los ancianos de su casa se esforzaban por levantarle del suelo, pero
el se negó y no quiso comer con ellos.
18 El séptimo día murió el niño; los servidores de David temieron
decirle que el niño había muerto, porque se decían: «Cuando el niño
aún
vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le diremos que el niño ha
muerto? ¡Hará un desatino!»
19 Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió
David que el niño había muerto y dijo David a sus servidores: «¿Es que ha
muerto el niño?» Le respondieron: «Ha muerto.»
20 David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de
vestidos. Fue luego a la casa de Yahveh y se postró. Se volvió a su casa,
pidió que le trajesen de comer y comió.
21 Sus servidores le dijeron: «¿Qué es lo que haces? Cuando el niño
aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que ha muerto te levantas y comes.»